¿Solicitará la OMS una investigación internacional sobre los orígenes del coronavirus?
Por Filippa Lentzos, 18 de mayo de 2020
En
medio de la pandemia de coronavirus, los representantes del órgano
rector de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se reunirán
virtualmente esta semana para celebrar su periódica reunión anual.
La Unión Europea, Australia y otros países han solicitado al
organismo mundial que investigue los orígenes de la pandemia y los
países miembros tendrán ahora la oportunidad de debatir la
cuestión. Aunque la apertura de cualquier investigación será un
proceso políticamente tenso, el hecho de que el asunto se plantee en
la Asamblea Mundial de la Salud plantea una pregunta importante,
¿cómo debería llevarse a cabo esa investigación?
La
OMS ha estado investigando aspectos de la pandemia desde enero y ya
ha enviado dos delegaciones a China, donde se notificaron los
primeros casos de COVID-19. Estas primeras visitas, entrevistas y
observaciones en China han sentado las bases para cualquier esfuerzo
posterior. En medio de las primeras incertidumbres sobre si el nuevo
coronavirus se estaba propagando entre los seres humanos, la OMS
realizó una visita sobre el terreno a Wuhan, entonces epicentro del
brote. Durante dos días, a partir del 21 de enero, los funcionarios
se centraron en la respuesta de la salud pública de China al nuevo
coronavirus, hablando con los funcionarios pertinentes y visitando
sitios como el aeropuerto de Wuhan Tianhe y el Centro de Control de
Enfermedades de la provincia de Hubei.
Al
mes siguiente, se llevó a cabo una misión conjunta de la OMS y
China sobre el brote, dirigida por un asesor del director general de
la OMS y el experto principal de la Comisión Nacional de Salud de
China. En la delegación participó un equipo integrado por 25
expertos de Alemania, China, Corea, Estados Unidos, Japón, Nigeria,
Rusia, Singapur y la OMS, y se prolongó durante nueve días a partir
del 16 de febrero. Los expertos hablaron con una gran cantidad de
personas, incluidos gobernadores provinciales, alcaldes municipales,
científicos superiores, trabajadores de la salud pública y otros.
Visitaron hospitales, agencias de control de enfermedades, almacenes
de suministros de emergencia, e incluso un mercado húmedo en
Guangzhou, el lugar que muchos científicos creen que el coronavirus
pudo haber saltado a los humanos.
La
Misión Conjunta sólo prestó una atención limitada a los posibles
orígenes de la pandemia, y en su informe se limitó a señalar que
el nuevo coronavirus es un virus zoonótico, que los murciélagos
parecen ser su reservorio y que aún no se han identificado huéspedes
intermedios. Sin embargo, una de las conclusiones del informe fue que
"se debería hacer un esfuerzo adicional para encontrar la
fuente animal, incluido el reservorio natural y cualquier huésped de
amplificación intermedia, para prevenir cualquier nuevo foco
epidémico o el resurgimiento de epidemias similares".
Con
ese fin, y en consonancia con la teoría predominante de que el
evento de propagación se produjo en un mercado húmedo, el informe
de la Misión Conjunta puso de relieve las actividades ya en marcha
por las autoridades chinas para investigar los orígenes de la
pandemia. Éstas consistieron en tomar muestras ambientales del
mercado mayorista de mariscos de Huanan en Wuhan, obtener registros
sobre las especies silvestres vendidas en el mercado, así como
examinar los primeros casos de COVID-19 en Wuhan.
Los
mercados húmedos, donde los animales son sacrificados, cortados y
vendidos in situ, proporcionan las condiciones ideales para que los
virus salten de una especie a otra, y es una teoría probable para
que se produjese la propagación del virus Pero también hay otros
posibles sitios de difusión relevantes para COVID-19 que han pasado
a primer plano político, y los llamamientos para una investigación
internacional específicamente sobre los orígenes de la pandemia
están aumentando por parte de los líderes mundiales. Uno de los
primeros llamamientos provino de Australia, que dijo que utilizaría
su puesto en la junta ejecutiva de la Asamblea Mundial de la Salud
para impulsar una investigación dirigida por la OMS.
Un
enfoque sensato, pero improvisado
Un
mandato de la Asamblea Mundial de la Salud permitiría una
investigación en un marco internacional existente con normas y
procedimientos de funcionamiento establecidos. La Asamblea Mundial de
la Salud, como principal foro mundial para tratar la salud pública,
es una opción obvia, y aunque politizada, está bastante impulsada
por la ciencia, y ciertamente menos politizada que otros foros
internacionales como la Asamblea General de las Naciones Unidas, el
Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas o el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas, en los que uno u otro país bloquea
con frecuencia la acción internacional sobre una cuestión
determinada, aparentemente de forma rutinaria. Una investigación
podría encargarse de manera oportuna y financiarse con las cuotas de
los 194 Estados miembros de la Asamblea Mundial de la Salud.
Una
investigación orientada a la salud pública es también el enfoque
políticamente más factible para conseguir la participación de
China, y la cooperación de Beijing sería crucial para una
investigación de esta naturaleza. Aunque la OMS no ha apoyado
formalmente una investigación sobre los orígenes de la pandemia, el
Comité de Emergencia de expertos científicos independientes que
asesora al director general de la organización sobre la pandemia
hizo un llamamiento a principios de este mes para identificar "la
fuente zoonótica del virus y la vía de introducción en la
población humana, incluido el posible papel de los huéspedes
intermedios". Esto tiene sentido, y se hace eco de la conclusión
anterior de la Misión Conjunta OMS-China. El objetivo de una posible
investigación debe ser encontrar una respuesta a la forma en que se
inició la pandemia, o al menos llegar a un punto en que la comunidad
internacional esté convencida de que hay suficiente transparencia
sobre el posible origen.
Una
investigación forense
Se
han ofrecido pocos detalles específicos sobre el tipo de
investigación que Australia y otros países desearían que se
realizara, pero si se quiere que sea un verdadero esfuerzo de
indagación de los orígenes, las respuestas no pueden obtenerse
únicamente de la virología, la genómica de las enfermedades
infecciosas, la ciencia del genoma y la epidemiología. Como dijo un
conocido biólogo molecular y experto en bioseguridad a The
Washington Post, "La ciencia no va a cambiar esto de un
'podría haber sido' a un 'probablemente fue'". Investigar la
gama de posibles sitios de dispersión -desde el mercado húmedo,
hasta una infección accidental en el laboratorio o en el trabajo de
campo, o una fuga inadvertida en el laboratorio- requiere una
investigación forense”.
La obtención de historiales de casos, datos epidemiológicos y
muestras virales de diferentes épocas y lugares, incluidas las
muestras más tempranas posibles de individuos infectados y muestras
de animales silvestres, es primordial, pero no suficiente. Una
investigación forense supondría además la auditoría y el muestreo
de las colecciones virales en los laboratorios pertinentes que hayan
estudiado los coronavirus, el examen de los tipos de experimentos
realizados y los virus utilizados, y el examen de las prácticas de
seguridad vigentes.
Los datos clave también provendrían de documentos, incluidos los
procedimientos operativos estándar en los laboratorios y durante el
trabajo de campo, las evaluaciones de riesgos de los experimentos
individuales, los registros de los experimentos y los cuadernos de
trabajo de campo, los registros de capacitación, los registros de
gestión de desechos, los registros de accidentes e infecciones, los
registros de mantenimiento de las instalaciones y los sistemas
automatizados, los registros de acceso, las filmaciones de las
cámaras de seguridad y los registros de comunicaciones. Además de
las fuentes documentales, las entrevistas con el personal de las
instalaciones y las observaciones de las instalaciones de laboratorio
y los lugares de trabajo sobre el terreno también serían fuentes
importantes de datos.
La comunidad internacional tiene una experiencia limitada en materia
de investigaciones forenses en el ámbito de la salud pública, y en
la OMS hay muchos que se muestran recelosos ante tal investigación,
considerándola técnica y políticamente fuera de su ámbito. Pero
COVID-19 es un acontecimiento sin precedentes, que requiere una
respuesta sin precedentes. Y la comunidad internacional no está
completamente a oscuras en lo que respecta a las investigaciones
forenses; tiene mucha experiencia a la que recurrir desde el punto de
vista de la seguridad. De particular relevancia son los exámenes
interactivos e in situ por homólogos que los Estados miembros de la
Convención sobre Armas Biológicas, el tratado internacional que
prohíbe las actividades relacionadas con las armas biológicas, han
iniciado voluntariamente para demostrar que operan sus instalaciones
de alta seguridad de manera segura y que llevan a cabo evaluaciones
de riesgo adecuadas para la investigación de alto riesgo, capacitan
adecuadamente a su personal y garantizan la rendición de cuentas por
cualquier incumplimiento. Los exámenes por homólogos se basan en la
cooperación; los expertos intercambian información y comparten las
mejores prácticas, como lo hicieron, por ejemplo, en 2016, cuando un
equipo de expertos internacionales visitó las instalaciones del
Instituto Bundeswehr de Microbiología en Munich (Alemania), y
nuevamente en 2018, cuando otro equipo visitó el Centro Nacional de
Control de Enfermedades y Salud Pública en Tbilisi (Georgia).
También ha habido investigaciones nacionales que podrían sentar un
precedente para cualquier investigación de la OMS sobre COVID-19. En
China, por ejemplo, las autoridades examinaron las deficiencias de
seguridad en los laboratorios en relación con el virus de la
Brucella en 2019 y el virus del síndrome respiratorio agudo severo
(SARS) en 2004. Las autoridades del Reino Unido, asimismo, revisaron
los errores de seguridad en los laboratorios después de un brote de
fiebre aftosa en 2007 y un brote de viruela en 1978. En los Estados
Unidos, los funcionarios han revisado los fallos de seguridad
relacionados con el Bacillus anthracis en un laboratorio de la
Defensa en 2015, el Bacillus anthracis y el virus del Ébola
en los laboratorios de los Centros para el Control y la Prevención
de Enfermedades en 2014, y el virus de la viruela en los laboratorios
de la Administración de Alimentos y Medicamentos en 2014.
¿Un consejo de seguridad sanitaria mundial?
Una investigación de los orígenes de COVID-19 tendrá que ser
negociada e iniciada rápidamente antes de que los datos relevantes
disminuyan o desaparezcan por completo con el paso del tiempo. La
investigación, que muy probablemente comprenderá una serie de
delegaciones científicas y de colaboración sobre el terreno,
inevitablemente no será la ideal. Y, en última instancia, puede que
no proporcione todas las respuestas, aunque es de esperar que los
datos recogidos puedan apuntar a una historia de origen creíble y
coherente.
La inevitable naturaleza ad hoc de una investigación de los orígenes
de COVID-19 pondrá de relieve para muchos la necesidad futura de
desarrollar un organismo internacional más apropiado, que resida en
el nexo entre las esferas de la salud pública y la seguridad. Tal
organización, o subunidad dentro de una organización ya
establecida, necesitaría un mandato para entrar e investigar un
presunto brote de interés internacional tan pronto como surjan los
informes iniciales, independientemente de cualquier indicio de que
sea natural, accidental o deliberado. Sus informes podrían
constituir la base de una acción colectiva para proteger la salud
mundial.
En un reciente discurso, según The Times, el ex secretario de
relaciones exteriores británico Lord William Hague de Richmond dijo
que la transmisión de virus de animal a humano debe tratarse en el
futuro como un arma de destrucción masiva. Y así como el mundo
tiene sistemas para vigilar las instalaciones nucleares y prohibir la
proliferación de armas de destrucción masiva, también, dijo Hague,
es hora de que un nuevo orden internacional inspeccione las amenazas
biológicas que "plantean el mayor peligro para la salud humana
y la economía mundial". Hague habló en la presentación de un
nuevo informe del grupo de estudio conservador Policy Exchange en el
que se pide "un nuevo órgano de coordinación o un órgano
reforzado a nivel internacional, idealmente con sede en las Naciones
Unidas, que dirija la vigilancia, la investigación y la inspección
de las actividades de alto riesgo" que aumentan los riesgos de
brotes de enfermedades zoonóticas. En el informe también se pide
que se impongan sanciones comerciales a los países que incumplan las
normas.
Es evidente que se está produciendo una nueva y significativa
reflexión sobre los mecanismos internacionales para responder a las
amenazas biológicas. COVID-19 podría dar a la comunidad
internacional el impulso que necesita para hacer algo con respecto a
la mejora de la vigilancia de los riesgos
biológicos.
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